La psicoterapia es un proceso individualizado, por lo que su duración puede variar según diversos factores como son: el compromiso del paciente, la frecuencia de las sesiones, la realización de las tareas entre sesiones, la gravedad de los síntomas, el contexto que rodea la vida del paciente…
En general, las terapias breves pueden durar unas pocas semanas o meses, mientras que las terapias a largo plazo pueden extenderse durante varios meses o incluso años.
La decisión de cuánto tiempo debe durar la terapia es una cuestión que se aborda en consulta entre el cliente y el terapeuta.
Es importante que el cliente y el terapeuta trabajen juntos para establecer metas claras y revisar regularmente el progreso para determinar cuándo es apropiado finalizar la terapia.
La finalización de la terapia generalmente se realiza de manera gradual y colaborativa para garantizar una transición exitosa fuera del proceso terapéutico.